Amara Berri la educación como juego
La ikastola Etorkizuna de Gallarta es uno los veinte centros escolares que conforman el sistema Amara Berri, declarado en 1990 Centro de Innovación Educativa del Gobierno vasco
“Nuestro método educativo se basa en que los alumnos adquieran conocimientos a través del juego y la imitación de la vida de los adultos”. Así resume Amaya Santibáñez, jefa de estudios de la ikastola Etorkizuna de Gallarta, el funcionamiento de este centro que se adhirió al Sistema Amara Berri hace 24 años.
Un ejemplo de cómo funciona es que no hay un libro de texto único sino que son los niños los que buscan la información en la biblioteca. “Los ordenadores son también una herramienta de trabajo para la búsqueda de material”, dice la tutora. Por ello, están integrados en las clases desde el aula de dos años. Fomentar el trabajo en equipo es otra de las particularidades de este proyecto pedagógico.
Los txokos son los ambientes donde se trabajan aspectos específicos de cada área y todas las actividades que se realizan en ellos están orientadas a lograr los objetivos curriculares que exige la legislación educativa. “En el teatro se trabaja la comprensión, en el área de pintura la creatividad, en la casa se desarrolla el nivel afectivo…”. Y ya en los ciclos superiores, las clases de matemáticas se organizan en torno a una tienda y un banco. “Es mucho más agradable y cercano para ellos aproximarse a las matemáticas a través de situaciones reales”. Además, los niños disponen de soportes cada vez más sofisticados para comunicar sus trabajos: un periódico, una emisora de radio y la web son parte de su rutina.
De hecho, Amara Berri surgió de un grupo de profesores convencidos de que lo que se aprende en las aulas debe tener una utilidad social. “Son niños educados en que todo tiene un por qué y un para qué, por lo que tienen el sentido crítico más agudizado”, dice Amaya. Quizá este sea uno de los rasgos que mejor definen a los alumnos de esta ikastola y así se lo han trasladado a esta tutora algunos de los docentes del Instituto Dolores Ibarruri. Por lo demás, son estudiantes que se amoldan perfectamente a la forma de trabajar en la educación secundaria. “Cuando llegué al instituto tenía el mismo nivel de conocimientos que el resto de mis compañeros”, indica Izaskun Villanueva, exalumna de la ikastola Etorkizuna. Actualmente, tiene 29 años y es licenciada por la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del País Vasco.
El temor de los padres a que sus hijos no se adaptasen a la forma de trabajar del sistema tradicional se ha ido disipando al comprobar cómo las promociones superan la educación secundaria con normalidad. “Los que iban mal en el colegio siguieron yendo mal en el instituto y los que iban bien siguieron en la misma línea”, comenta Izaskun.
“Los críos que terminan aquí ni son más listos ni van a tener mejores notas pero sí van a adquirir más herramientas para desenvolverse en la vida”, dice la jefa de estudios mientras atraviesa un pasillo donde los niños ensayan una obra de teatro.