La adicción a las tecnologías se previene con un entorno familiar sano
Las adicciones en las que hay por medio una sustancia (drogas, alcohol…) no es el único obstáculo al que deben enfrentarse los padres. De hecho, ya desde la infancia, los progenitores del siglo XXI deben estar atentos a las adicciones al ordenador, al juego, etc. que puedan desarrollar sus hijos.
El papel de los padres a la hora de prevenir una adicción
La adicción sería el último peldaño de un proceso en el que intervienen numerosas variables. Una de ellas, explica la psicóloga Naiara San Miguel, son las relaciones sociales. “Una familia que cubre las necesidades afectivas y normativas tiene menos posibilidades de que sus hijos se conviertan en adictos”, expone la psicóloga. Por lo tanto, “prevenir ciertas adicciones” comienza desde la infancia generando relaciones familiares sanas.
Los padres deben cumplir su rol dando afecto e imponiendo autoridad al mismo tiempo. E imponer su autoridad en relación al uso de las nuevas tecnologías está relacionado con establecer unas pautas claras respecto a su uso. “Los padres debemos moderar también su uso dando así ejemplo y debemos favorecer la práctica de actividades en los niños como el deporte, la realización de talleres…”, comenta Naiara.
Una comunicación fluida entre padres e hijos, cultivar la autoestima y las habilidades sociales necesarias para la resolución de conflictos son cuestiones imprescindibles para prevenir adicciones.
¿Cuándo hablamos ya de adicción?
“Cuando el niño no es capaz de jugar a nada más que a los videojuegos estaríamos hablando ya de una adicción”, responde Naiara. Y es que, dentro de las tecnologías, el uso desmedido de los videojuegos es una de las cuestiones que más preocupan a los cuidadores.
Todos, de críos, hemos sufrido que no nos dejasen incorporarnos a un grupo para jugar a un determinado juego. Y, eso, nos ha enseñado que tener amigos no es tarea fácil por lo que, muchos chavales, optan por jugar exclusivamente con estos juegos que les permiten parapetarse tras su mando y no tener que lidiar así con los problemas de la vida cotidiana.
“En pequeñas dosis los videojuegos ejercitan los reflejos y ayudan a decidir con rapidez”, explica la psicóloga. En cambio, cuando se convierten en una obsesión los chavales se vuelven menos sociables y más ansiosos llegando a desdibujar la realidad.
La adicción a las nuevas tecnologías se inicia alrededor de los siete años y los padres deben recordar que hay profesionales adecuados que les pueden orientar en caso de que sea necesario.