La maternidad vista por una «primeriza»
A continuación, os muestro la conversación que he mantenido con una de mis amigas sobre la maternidad y cómo la afrontan las madres primerizas.
Mi amiga Aizeti es impuntual por naturaleza pero, ahora, excusa su demora con que Alaia sigue durmiendo y le da pena despertarla. Amenizo la espera tomando un café en la terraza del Hotel Ercilla de Bilbao que se encuentra próximo a su domicilio. Con 40 minutos de retraso, aparece radiante mientras empuja con soltura el carrito de Alaia. Ambas me miran con cara de culpabilidad pero Aizeti me saluda diciendo que mi corte de pelo es tan arriesgado que ella no podría permitírselo pero que, a mí, no me puede quedar mejor. Alaia reafirma la observación de su amatxu con una sonrisa y ya, ambas, obtienen mi perdón.
Embarazo y parto idílicos
Mientras Alaia juega con su mordedor y nos observa desde su carrito, Aizeti y yo comenzamos la entrevista que deja de serlo enseguida para convertirse en una charla entre amigas. Yo, que con la misma edad de Aizeti (29 años) no contemplo ni por asomo la idea de ser madre (y lo veo casi como una locura innecesaria… jaja), la escucho atenta relatar los pormenores de la maternidad. “Yo siempre he tenido claro que quería tener hijos y ya, desde los dos últimos años, empezamos a contemplar seriamente esta posibilidad», comenta Aizeti satisfecha.
Ella describe su embarazo y su parto como algo idílico donde no sufrió la clásica revolución hormonal de la que todo el mundo habla. Aizeti no tuvo ningún indicio de que se había quedado embarazada hasta la sexta semana de gestación. “El día antes de enterarme, me tomé un mojito que me sentó súper bien”, recuerda Aizeti mientras se le dibuja una sonrisa en la cara que esconde también un cierto rubor por si esa “copichuela” podría haber afectado al feto.
Pero nada más lejos de la realidad y, tal vez, ese mojito fue el “responsable” de que para ella el embarazo y el parto no fueran nada dificultosos. “Lo único que me afectó y fue la única vez que lloré después del parto fue porque me vi los pies hinchados porque en el embarazo no los había tenido así”, comenta risueña Aizeti.
El pediatra; el mejor guía para las madres primerizas
Entre risas, comentamos algunos de los consejos que dan nuestras abuelas y madres y que ya se han quedado obsoletos. “La primera noche que Alaia empezó a llorar y la cogí en brazos, mi abuela y mi ama me espetaron que, así, la iba a malcriar”, relata Aizeti. A ella le resultó casi “inhumano” hacerle esto a su bebé y, de hecho, los especialistas desaconsejan estas conductas. Juan Carlos de Marcos, el pediatra de Alaia, asegura que para educar ya hay tiempo y que lo que los bebés necesitan es el apego de sus madres.
Otra de las recomendaciones pone de manifiesto que lo que, tal vez era válido hace años, ya no lo es. “Las madres de mi familia me aconsejaron darle 15 minutos de un pecho y 15 minutos de otro pero mi pediatra me recomienda que vacíe ambos pechos”, dice Aizeti. De hecho, los especialistas aseguran que cambiarle el pecho al bebé antes de que vacíe el primero va en contra de las leyes naturales de la lactancia materna porque la leche final es la que más alimenta y sacia porque tiene más grasa que la del principio.
La lactancia materna sí supuso, en cambio, un esfuerzo casi heroico para Aizeti que se lamenta de lo mucho que le dolía al principio. Aunque ella consiguió adaptarse comprende perfectamente a las mujeres que, a pesar de la recomendación de los pediatras de dar lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, opten finalmente por el biberón.
La vida de pareja tras ser padres
Con respecto a cómo cambia la vida de una pareja al ser padres, Aizeti reconoce que para las mujeres este período adaptativo resulta más fácil porque nosotras tenemos nueve meses para “hacernos a la idea” pero ellos se convierten en padres de la noche a la mañana.
Aunque el tiempo que se dedican como pareja se ve mermado porque todo gira en torno a Alaia, Aizeti reconoce que ser padres es mucho más bonito en la práctica que en la teoría. A la par que difícil, claro está. “¡Yo no era consciente de lo que te va a necesitar esa criatura tan pequeña! Estoy las 24 horas del día pegada a ella desde su nacimiento en febrero y me da pánico pensar en el momento en el que empiece a la guardería en septiembre”, reconoce Aizeti con cierta tristeza.
Tanto su marido como ella trabajan desde casa y, en un principio, contemplaron la posibilidad de cuidarla ellos. Pero, al comprobar todo el tiempo que les demanda, sería imposible trabajar al mismo tiempo. “Contemplamos también la posibilidad de contratar a una chica que cuidara de ella pero me resultaría más cruel que otra mujer acunara a Alaia si llora mientras yo estoy en el despacho de al lado”, argumenta Aizeti.
Como toda madre primeriza, sí se ha obsesionado con si su bebé seguía respirando o no lo que les ha robado el sueño más de una noche. En cambio, no ha cometido el error de empeñarse en esterilizar todos los objetos del bebé. No cabe duda de que la higiene es fundamental pero los especialistas advierten de que la ausencia total de bacterias les impide desarrollar sus propias defensas. Aizeti tampoco tiene reparos en que otras personas cojan a su bebé. “Hay que actuar con sentido común y evitar que una persona enferma lo haga pero no aplicar esto a quienes estén sanos”, comenta Aizeti a este respecto.
Fue durante el curso de preparto al que empezó a ir en su vigésima octava semana de gestación, donde Aizeti recibió consejos muy prácticos para el cuidado del bebé. Uno de los que sigue a rajatabla es no empeñarse en que toda la casa esté en silencio cuando el bebé duerme porque, de hacerlo, en adelante cualquier ruido le sobresaltaría y haría más difícil irrumpir la actividad de la casa cuando él duerma.
Como reflexión final, Aizeti asegura que quiere repetir la experiencia de la maternidad y está segura de que, con el segundo hijo, todo será más fácil. “Recuerdo noches específicas con Alaia en las que no dejaba de llorar y, por esos consejos recibidos, no cogerla en brazos. Ahora cambiaría esta conducta por completo y, por supuesto, no la repetiría con un segundo hijo”, afirma tajante Aizeti. Concluida la conversación, mi amiga y yo vamos a darle un paseo a Alaia. El traqueteo del carrito sobre la baldosita de Bilbao nunca falla para dormirla.