La equinoterapia; una alternativa que atenúa diversas patologías

Hablamos con Ernesto Maguregui, fundador de la Asociación Rabí – Rasines de Equinoterapia, orientada a tratar diversas patologías tanto en niños como en adultos. A través del contacto con los caballos, muchos de los síntomas de personas con autismo, hiperactivad, etc. pueden ser atenuados siendo así el equipo equino, el mejor terapeuta.

 

Un sol radiante me acompaña en mi camino hasta Arre, la Asociación de Equinoterapia situada en Rasines, un pueblo del interior de Cantabria. Un remanso de paz para los sentidos. Les pregunto a dos vecinas que pasean tranquilamente dónde se encuentra la asociación y ellas, que desconocen el nombre exacto de esta, sí que la relacionan automáticamente con Ernesto. A unos pocos metros, le vislumbro bajo un sombrero de paja que protege su cara en este día primaveral. Entramos en la que pasó de ser su segunda residencia al centro neurálgico de la Asociación Rabí – Rasines de Equinoterapia.

 

Ernesto Maguregui, de 60 años, ha sido un hombre con diversas ocupaciones laborales a lo largo de su vida y, hace ya cuatro años, decidió montar esta asociación con el dinero que obtuvo de la venta de las acciones de su negocio hostelero. “No reniego de mi pasado profesional pero trabajar con los caballos y los chavales es lo que verdaderamente me llena”, apostilla Ernesto. Siempre ha tenido caballos y, al leer sobre la equinoterapia, le entró el gusanillo por este mundo lo que le llevó a obtener el título de Equinoteraputa en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Ernesto Maguregui

Equino terapia

Los beneficios de la equinoterapia en el tratamiento de diversas patologías son muchos y Ernesto me cita un ejemplo. “Aquellos niños que carecen de lenguaje, se comunican con gestos con los terapeutas a través del caballo. Para que el caballo ande tiene que mover una mano, para que pare tiene que levantar otra…”, explica entusiasmado. Al final, le estás dotando de un lenguaje.

 

La tonificación muscular es uno de los beneficios más inmediatos. “Cuando va al paso, el caballo realiza un movimiento que te obliga a mover las caderas del mismo modo que lo hacemos cuando caminamos”, comenta Ernesto. De esta forma, se coordinan todos los músculos del cuerpo reduciendo así los patrones de movimiento anormales.

 

A nivel cognitivo, es una terapia que fomenta la atención. De hecho, a los niños con hiperactividad se les asignan caballos más enérgicos para que, esa energía que ellos tienen que estar liberando, sea asumida por el caballo a base de movimiento. Esto permite que los niños y niñas con hiperactividad puedan hablar contigo, centrar la atención y alcancen un estado de relajación.

 

Y, cómo no, una de las grandes ventajas que tiene la equinoterapia es que te permite realizar el tratamiento al aire libre y rodeado de animales. “La inmensa mayoría de la gente está en clínicas, en gabinetes de psicólogos… entre cuatro paredes”, dice Ernesto. Aquí, rodeados de montañas y verdes prados, los chavales con diversas patologías pueden practicar un deporte al igual que las personas convencionales.

 

Campo de Equino terapia

Campo de Equino terapia

Ernesto es el equinoterapeuta y la cabeza visible de esta asociación en la que todas las personas que trabajan (la fisioterapeuta, el terapeuta ocupacional, la psicóloga…) son voluntarios y no cobran ni un euro por la labor que desempeñan. Para Ernesto, uno de los retos a corto plazo es crear dos o tres puestos de trabajo para seguir creciendo. “Hay clientela suficiente pero carecemos de voluntarios para trabajar todos los días”. Además, aspira a seguir trabajando en la difusión de la equinoterapia creando un taller de iniciación a ella. Seguramente, también acaben solicitando una subvención al Ayuntamiento de Rasines. Para ello, deberán exponer por escrito las terapias concretas para cada niño y niña que acuda a la asociación. Y es que, hasta ahora, los usuarios contribuyen económicamente pagando una cuota mensual de diez euros por hacerse socios y, después, abonan 25 euros por cada sesión. El dinero justo para mantener toda la logística que conlleva el mantenimiento de los caballos y de las instalaciones. “Aquellos padres que no pueden pagar nos ayudan a limpiar los prados, a hacer un cerrado o nos dan hierba”, puntualiza Ernesto.

 

Cuando estamos terminando ya la conversación, aparece Ainhoa, una de las dos hijas de Ernesto que cursa la carrera de Magisterio y es también una de las voluntarias de la asociación. Interesada también en el mundo de la equinoterapia es una candidata perfecta para seguir con este proyecto tan noble al que su padre ha decidido dedicarle sus últimos años de trabajo.

 

 

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